foto tomada de: google images

Una de los mayores retos como periodista enviado a cubrir los conflictos y catástrofes está en pensar en qué contar, después de que lo peor ya ha pasado.

Una semana después del terremoto en Haití, la periodista Salud Hernández, arribó a la ciudad en medio de los escombros, a bordo de un avión Militar de Colombia.

Durante los 12 días que estuvo en Puerto Principe (Haití), durmió en una de las cintas de equipajes del Aeropuerto, en una habitación casi cayéndose, en la orilla de una piscina de un edificio y en una carpa de las Naciones Unidas ubicada en un terreno desolado, cerca del Aeropuerto.Estuvo seis días sin bañarse y cuando por fin consiguió hacerlo, lo hizo en un baño ruinoso, pero eso no le preocupaba tanto como que la encontraran muerta y desnuda debajo de los escombros.Pareciera que ya no le tiene miedo a nada ni a nadie, pero reconoce que le aterran las ratas y cucarachas.Llegó a Haití con varias barras de cereal, unas cuantas mudas de ropa, su portátil y muchos dólares.

La primera noche
Se quedó a dormir en la cinta de equipajes, a pesar de la incomodidad estaba tranquila, hasta que vio una rata. “Pensé que las ratas habían desaparecido con todo lo que había pasado, pero ahí estaban y casi me muero, porque no hay cosa a la que le tenga más miedo que a las ratas y cucarachas, prefiero un terremoto”, dice.

Las noches siguiente fueron en cualquier lugar; para dormir alrededor de una piscina debió pagar 100 dólares, por eso una de las recomendaciones que siempre da a los periodistas que van a cubrir esta clase de eventualidades es que lleven muchos dólares.

“Tu puedes ir sin comida pero no sin dólares, porque todos los costos se triplican y los preciosa van según la cara del ´marrano` y la urgencia. Yo pagué para ir de un lugar a otro hasta 60 dólares, cuando realmente costaba un dólar, pero en ese momento nada de eso importa, lo realmente importante para ti y para tu medio es hacer la nota.

A tu jefe no le importa si dormiste, si comiste o si estás bien. Lo único que quieren es que les envíes la nota para publicarla y cuando la envías, le cambia el texto las veces que quiere y llega el momento en que lo asumes y ya ni te pones a llorar”.

Aunque durmió en habitaciones agrietadas lo único que le importaba era que tenían un enchufe donde conectar en el computador e Internet. “Algunos haitianos entendieron la importancia que tenía para nosotros esto y empezaron a alquilaban las casa y los televisores para ver las noticias por costos incalculables”.
Estrategias
Para dar abasto con la presión que sentía por parte del diario el Mundo de Madrid, para el que trabaja como corresponsal, dice que se alió con periodistas de otros medios, y fotógrafos preferiblemente independientes de países que no fueran competencia, con el fin de informarse entre si.

“En una situación como esas en las que hay cientos de periodistas, lo mejor es que hagas alianzas, pues es muy poco probable que des abasto con todo lo que acontece y la presión el medio, peor aún cuando hay muchos periodistas escribiendo noticias exageradas y amarillistas: Y si estas son enviadas a las agencias es peor porque las mismas son consideradas la verdad única y, el oráculo, en el medio para el que trabajas”.

Cuenta que al principio cuando llegas al lugar la tarea es fácil porque se envían las notas e imágenes de lo que pasó y está pasando; las condiciones de la gente y la ayuda que no llega, pero cuando el fenómeno es de varias semanas como en Haití, la competencia entre los medios es tan grande que lleva a exageración de la información. Hay periodistas inescrupulosos que le añaden morbo a lo que ya de por si es dramático.

“Yo discutía con mi periódico porque me llamaban y me decían que había habido disparos en un barrio y después de investigar me daba cuanta que en ese barrio eran normales las balaceras, pero mi jefe quería que escribiera sobre ello, porque estaba en las agencias.

Varias veces me mandaron a cubrir terremotos producto de una información inventada por otro medio. Aunque trataba de decirle a mi jefe que era mentira, que no había terremoto, estos insistían en que debía enviar la noticia porque en las agencias estaba. Me tocó entonces dejar el campamento al lado del Aeropuerto e irme a la ciudad porque si se llega a caer la cuidad y tu no estas ahí para contarlo te regañan.

La periodista invitada por la Fundación Plan International y la Asociación de Periodistas de Bolívar, compartió esta experiencia en Cartagena a un grupo de periodistas de los medios masivos.

Salud Hernández es corresponsal del diario el Mundo de España y es reconocida por sus columnas críticas sobre política, en el diario El Tiempo.

Durante su charla habló también sobre la situación económica, social y política antes y después del terremoto.

Recomendó a los periodistas pensar en cosas distintas y sin inventar ni exagerar a la hora de narrar un hecho dramático como el de un terremoto. Generar un impacto para que la gente de otras partes y los gobiernos sigan apoyando. Es parte de la responsabilidad social del periodista. “La gente quiere que le cuenten la situación de los afectados como si fuera una telenovela y lo podemos hacer pero sin inventar, porque no hay necesidad”, concluye.

Fuente:http://www.eluniversal.com.co/suplementos/dominical/salud-hernandez-una-reportera-de-terremotos-28977

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