foto tomada de:. google images

El síndrome de Bridget Jones Tengo muchos amigos periodistas. Por eso me da un poco de pena el tema de este blog, pero no tanta como para morderme la lengua. De hecho fue con un par de amigos periodistas con quienes tuve la charla de donde salió esta reflexión.
¿Qué pasa con un amplio grupo de periodistas colombianos, sobre todo jóvenes, que sin haber estudiado en Londres parecen egresados de la misma escuela que Bridget Jones?
¿Recuerdan a Bridget, la del diario? (http://www.bridgetjonesmovie.com/) Bridget es la encantadora y ridícula periodista, interpretada por Reneé Zellweger en la película de 2001, que para cubrir una noticia sobre el cuerpo de bomberos se desliza por el tubo de una estación dejando al descubierto un pedazo de nalga y de paso su falta de credibilidad para ejercer la profesión. La misma que se metió a trasmitir desde un corral de cerdos, la misma que se tiró de un avión con la cámara al hombro.
La misma sensación de oso ajeno me produce últimamente ver noticieros: qué horda de tipos sobreactuados haciendo estupideces en nombre del periodismo. Con el agravante de que no protagonizan películas; aunque bien pensado tienen algo que me recuerda a los protagonistas de novela.
Si el tema del día es el espantoso tráfico de la capital, entonces los veremos subirse a una buseta, pagar con moneditas y hacer cara de desespero mientras se agarran de una silla, apretujados entre otros viajeros, para registrar ” el infierno que vivimos a diario los ciudadanos de a pie”. La nota termina siempre con una frase reveladora para enganchar aún más a los mencionados ciudadanos de a pie.
Si la noticia es el invierno, los veremos ponerse las botas pantaneras y buscar el mejor charco de la cuadra para relatar, con sus pelitos mojados y las goticas deslizándose por el borde de sus impermeables, las dificultades en las que nos mete “la impredecible madre naturaleza”. Me fascinaría ver el detrás de cámaras de las noticias y registrar esos diálogos mediante los cuales negocian con el camarógrafo si se van a amarrar una cuerda a la cintura para no ahogarse al aire en medio de un río crecido por el invierno.
Estoy segura de que saben de qué tipo de periodistas estoy hablando, son el colmo del cliché, citan todos los refranes que han oído y parecen militantes de la idea de que el buen periodista es aquel que se pone en los zapatos del entrevistado. Literalmente, los hemos visto calzarse los zapatos de un payaso para mostrarnos “la alegría que se oculta tras el hermoso oficio de hacer reír a otros”.
Claro que esta empalagosa manera de “mostrar y no decir” (nótese nuevamente la literalidad con la que los periodistas juiciosos aplican los conceptos aprendidos en Laboratorio de Prensa) ya hace rato que la venimos degustando en ciertas revistas. Hemos visto y vuelto a ver su sed de protagonismo en cientos de crónicas narradas en primera persona y engalladas con fotos de lujo: los vimos meterse dentro de infinitos personajes Y DISFRACES para relatar con fórmulas gastadas qué se siente ser fulano o mengano, hacer strip-tease, ser puta por una noche, nadar con tiburones, hacerse la vasectomía, pelear como un luchador de sumo profesional… ya me aburrí sólo de enumerarlo.
Me pregunto si algunos maestros del periodismo gonzo –en el que el cronista se convierte en protagonista de su crónica– se sienten culpables cuando ven este tipo de cubrimientos noticiosos. Me pregunto si su culpa se parece a la que podría haber experimentado el inventor de la pólvora si hubiera vivido para ver la tragedia de Hiroshima.
Me pregunto si la próxima vez que vea una noticia sobre hemorroides nos van a mostrar las incomodidades de padecerlas o si uno de estos días alguno se va a enterrar en un ataúd para contarnos, digo, mostrarnos, qué se siente
desaparecer bajo el peso de la tierra.
¿Son ideas mías o cada vez más egresados de esta escuela están haciendo carrera en nuestros medios?

Fuente: http://blogs.elespectador.com/imperiodelcancer/2011/08/05/el-sindrome-de-bridget-jones/

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