BOGOTÁ, 29 dic (IPS) – «Jorge Eliécer» es el alias que las autoridades colombianas le endilgan a Fredy Muñoz, corresponsal en Colombia del canal de televisión Telesur, con sede en Caracas, detenido el 19 de noviembre.
Muñoz es uno de los 134 reporteros que estaban presos en todo el mundo el 1 de diciembre, según la estadística del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York.
Pasará el Año Nuevo en la cárcel, pues la fiscalía presupone que el reportero fue, en 2002 en la norteña Cartagena de Indias, «jefe de las Milicias Bolivarianas de las FARC», Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en armas desde 1964.
«Yo no puedo estar acusando gente que no conozco, yo hablé muy claro con la doctora, que el ‘Jorge Eliécer’ que yo conozco se desertó de la guerrilla y lo mataron las autodefensas en Ñanguma», atestiguó el 5 de este mes en declaración jurada Yainer Rodríguez, quien purga una condena de 12 años por rebelión y terrorismo.
Rodríguez responde así una pregunta del representante de la Procuraduría (que supervisa los procesos judiciales y el proceder de los empleados estatales), funcionario que ha llegado al final del interrogatorio.
«La doctora» es la fiscal que ha interrogado a Rodríguez y quien, según el testigo, lo ha presionado con pedir un castigo de 30 o 40 años de cárcel si no colabora.
Al periodista Muñoz, hijo de periodista, que cumplió sus 36 años de edad en prisión y lleva 12 en el oficio, se lo acusa entre otras cosas de haber puesto bombas y petardos en Barranquilla y Cartagena, capital del departamento de Bolívar y donde también queda el corregimiento de Ñanguma.
El procurador inquiere luego a Rodríguez si conoce a Fredy Muñoz. «Ese nombre lo estoy escuchando aquí ahorita que la doctora me lo dio», es la respuesta, según actas del interrogatorio a las que tuvo acceso IPS.
Otros tres testigos contra Muñoz, todos supuestamente ex guerrilleros de las FARC, comparten la rara característica de purgar condenas o vivir en unidades militares o bien en instalaciones regionales del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el servicio de inteligencia presidencial.
Sus testimonios dan cuenta de actos terroristas cometidos por «Jorge Eliécer» en 2001 y 2002, pero la defensa de Muñoz subraya que todos agregan que no les consta personalmente.
Uno de los testigos, que extrañamente no recuerda si fue capturado en 2000 o 2001, declara que «Jorge Eliécer» puso bombas en 2002, cuando él mismo ya estaba preso.
En 2001, según su hoja de vida que reposa en Telesur y obtenida por IPS, Muñoz realizó un documental sobre la región caribeña de Montes de María, azotada por la guerra, contratado por las Naciones Unidas y la oficina de Pastoral Social de la Arquidiócesis católica de Cartagena de Indias.
En 2002, fue jefe de redacción del semanario Al Día, de Barranquilla, capital industrial del Caribe colombiano. Allí coordinaba también la unidad investigativa del periódico.
El «Jorge Eliécer» del expediente pasó ese año varios meses en las montañas en un campamento guerrillero, según el mismo testigo que no recuerda la fecha de su propia detención.
El resto del currículo de Muñoz muestra a un joven interesado en temas de ambiente, desarrollo y cultura y que se ha formado en lenguaje televisivo en la Universidad Nacional de Bogotá.
Entre 2003 y 2005, antes de ser asignado a la capital colombiana por Telesur, Muñoz cursó cuatro semestres de sociología en la estatal Universidad del Atlántico, en Barranquilla. Nunca estudió en la Universidad de Cartagena, como afirman bajo juramento tres de los testigos.
Uno de ellos asegura que en los primeros meses de 2002, «Jorge Eliécer» sufrió quemaduras en sus brazos, cuello, orejas y cabeza cuando estalló una bomba que se proponía colocar contra una instalación eléctrica.
IPS obtuvo el «Dictamen médico legal de lesiones no fatales» del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, sede Barranquilla, que reporta el examen físico de la piel de Muñoz.
En 13 puntos y en lenguaje técnico, el dictamen forense describe las lesiones en la epidermis del periodista, la mayoría «antiguas». «Por el tiempo de evolución de las lesiones no se puede establecer el mecanismo causal», se lee al final.
«Al carecer de elementos de juicio para establecer el elemento causal de dichas cicatrices es entrar en el campo de la especulación (sic)», agrega el comentario especializado.
IPS sometió el texto del dictamen a un antropólogo forense cuya identidad se mantiene en reserva por seguridad. Su lectura coincide con la conclusión de Medicina Legal.
Con base en la descripción forense, ninguna de las cicatrices, manchas o hasta el «proceso dermatológico de acné» que se listan proviene de quemaduras, explicó la fuente a esta agencia. «Son huellas demasiado dispersas» y «pueden ser hasta de juegos infantiles».
Las cicatrices descritas por Medicina Legal «pueden haber sido por varicela, picaduras de insecto o lesión por coral» al nadar en el mar Caribe, agregó la fuente, parte de un equipo que ha estudiado el efecto sobre el cuerpo humano de explosiones por minas antipersonal.
Rodrigo Barrera, portavoz del fiscal general, dijo al CPJ que las «evidencias no se harían públicas hasta que la investigación concluya».
«Yo no tengo tiempo de ser jefe de milicias, yo sólo tengo tiempo de ser periodista. No me quedaría un minuto para otra cosa en la vida, menos para ser jefe de milicias terroristas en nuestro país. Yo quiero mucho a mi país como para iniciar una acción de esas», dijo Muñoz telefónicamente citado por Telesur, tras la primera indagatoria el 21 de noviembre.
«(Soy) inocente, inocente, totalmente. Es una confusión, un atentado a los medios, a la libertad de expresión, a la libertad de prensa. No contra mí, contra los periodistas valientes que en este país decimos las cosas como son», señaló Muñoz a una nube de sus colegas luego de ser detenido, mientras era halado del brazo por un miembro del DAS.
Las autoridades colombianas han dicho una y otra vez que este caso nada tiene que ver con el periodismo crítico que lleva a cabo el corresponsal de Telesur. El país andino figura entre los más peligrosos del mundo para ejercer ese oficio, al tiempo que muchos crímenes contra periodistas se mantienen en la impunidad.
El periodista colombiano César Molinares conoce a Muñoz hace 12 años, por haber trabajado a su lado en los cartageneros diario El Universal, El Periódico y en el programa radial Puro Ambiente.
«Su captura me genera desconcierto», escribió desde Londres a la Red Caribe de Periodistas propiciada por la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada por el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez y con sede en Cartagena de Indias.
Para Molinares, Muñoz no se enmarca en el retrato de «un maestro de las mil caras, que en el día se disfraza de periodista y en la noche se arma de pasamontañas y un maletín lleno de explosivos. Todo lo contrario».
«En Colombia se condena y después se pregunta», es la preocupación de Molinares, quien cree que, en Telesur, Muñoz encontró «la horma de su zapato, y en especial de su mentalidad contestataria».
Muchos, no sólo Telesur, enmarcan este episodio en un intento de desprestigiar a ese canal de televisión, financiado por el gobierno venezolano de Hugo Chávez.
El martes 26, el canciller venezolano Nicolás Maduro manifestó preocupación por el caso, y anunció que sería tratado próximamente con su homóloga colombiana María Consuelo Araújo.(FIN/2006)