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Así descubrió la revista Cambio la corrupción en Agro Ingreso Seguro

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 “Valerie Domínguez” es un nombre poco sensual. Tiene pocas curvas y muchas líneas rectas, no como “Susana” o “Jessyca”. Sin embargo, la imagen que salta a la cabeza cuando se lee ese nombre, “Valerie Domínguez”, es el de unas curvas que empiezan en los 91 centímetros, llegan en la cintura a los 62 cm y terminan en una cadera de 92 cm. José Manuel Reverón, periodista de la revista Cambio, se estremeció al leer ese nombre en un documento del Ministerio de Agricultura.
–¿Será la misma? ‒le preguntó a Harold Abueta, compañero de la revista.
–Como ella no hay dos, primito –respondió Abueta, quien de inmediato caminó no más de treinta metros para llegar a la redacción de la revista Aló, a donde la periodista Sandra Real, quien le dio el teléfono de Valerie. Pero la exreina no contestó las llamadas de Abueta ni de Reverón.
Era el 23 de septiembre de 2009, y Reverón, después de haber realizado una minuciosa verificación de datos, fue autorizado por el entonces director de la publicación, Rodrigo Pardo, para escribir la nota Riego de dineros públicos, titulada así por la editora María Elvira Samper. El primer párrafo decía: “La Señorita Colombia 2005, Valerie Domínguez, modelo, actriz y diseñadora de joyas, figura como beneficiaria de un millonario subsidio no reembolsable de Agro Ingreso Seguro, el programa del Gobierno que tiene entre sus objetivos principales ‘promover la productividad y competitividad, reducir la desigualdad en el campo y preparar al sector agropecuario para enfrentar el reto de la internacionalización de la economía’”. La mañana siguiente, Julio Sánchez Cristo citó la investigación de Cambio en La W y Agro Ingreso Seguro se convirtió en el tema de moda.
–Vaya ya mismo a Santa Marta y mimetícese a ver qué saca –le dijo María Elvira Samper a Abueta, quien por su tez oscura podía llamar poco la atención en la Costa Atlántica. Reverón, en cambio, tiene la piel blanca y el pelo rubio con bucles como Barry Lindon.
Eran tiempos de poco presupuesto en la Casa Editorial El Tiempo y pedir dos tiquetes era complicado. Pocos días antes habían sido despedidos varios empleados del área comercial y de redacción. Sin embargo, el jefe de redacción de Cambio, Óscar Montes, hizo lo posible para conseguirle el tiquete de viaje para los dos periodistas, quienes habían agarrado el ovillo para deshacer la madeja del caso de corrupción más notable del gobierno Uribe.
¿Cómo llegó Reverón al caso de Agro Ingreso Seguro? Puro y físico olfato. En ese entonces, la segunda reelección de Uribe iba a toda máquina, y el expresidente, en caso de que no pasara el referendo, tenía a su caballo de batalla listo para la contienda electoral, Andrés Felipe Arias, quien en ese entonces ya era precandidato a la Presidencia de Colombia por el Partido Conservador. En ese escenario, Reverón pensó que el Gobierno debía estar haciendo campaña a su modo. ¿Qué mejor manera que a través de subsidios?
–Harold, pasemos unos derechos de petición a varios ministerios para que nos digan qué subsidios están dando en estos días –dijo Reverón.
–Hágale primito –respondió Abueta, quien firmó uno dirigido al Ministerio del Interior. Reverón, por su parte, firmó el del Ministerio de Agricultura. En la respuesta de esta cartera, apareció la lista de nombres de beneficiarios de los subsidios. Ahí fue donde se vio el nombre de Valerie, y con una pequeña pesquisa en Google, Reverón hizo la gran conexión: en Internet la exreina aparecía junto a su novio, Juan Manuel Dávila Fernández de Soto, quien también figuraba en la lista. Pero él no era el único Dávila beneficiado por los subsidios de riego y drenaje. También lo eran su hermana, Ana María, Reina Nacional del Mar 1999; Juan Manuel Dávila Jimeno, su papá, y María Clara Fernández, su mamá. En total, los Dávila recibieron más de 2.200 millones de pesos para riego y drenaje en Algarrobo, Magdalena. Valerie, por su parte, recibió 306 millones de pesos. Otros apellidos de la lista fueron los Lacouture Dangond y Lacouture Pinedo, los Sardi, los Villamizar, entre otros, que habían pedido subsidios no sólo a su nombre, sino al de empresas asociadas a ellos.
Los periodistas llegaron a Santa Marta donde ya había revolución por el tema. El entonces ministro Andrés Fernández había llevado a un piquete de periodistas a una finca de la Zona Bananera y hacía esfuerzos por convencerlos que lo que decía Cambio no se ajustaba a la realidad. En el centro de Santa Marta, Reverón y Abueta fotocopiaban certificados de Cámara de Comercio de las empresas beneficiarias de Agro Ingreso Seguro. Por la celeridad del viaje, no les habían podido consignar los viáticos y sólo contaban con 500.000 de sus ahorros.
Esa cifra exacta les pidió Richard, un taxista que pararon en la calle y al que le dijeron que los llevara a Algarrobo, un municipio de 33° centígrados en promedio durante todo el año, bañado por el río Ariguaní y ubicado en la ladera occidental de la cordillera de la Sierra Nevada de Santa Marta. Richard bajó la tarifa a 300.000 pesos y tres horas más tarde Reverón y Abueta estaban en ese municipio que aún no estaba en el foco de la prensa.
Algarrobo era el lugar ideal para el cultivo de palma de aceite, de la que se extrae el segundo aceite más usado en el mundo entero en cocinas, panaderías, pastelerías, confiterías, heladerías y fábricas de jabón, detergente, lubricantes, pinturas, barnices, gomas, tinta y biocombustible. Y ese fue el paisaje que encontraron en la entrada de la finca Campo Grande y La Faena de Juan Manuel Dávila Jimeno, el suegro de Valerie Domínguez. Tomaron varias fotografías en la entrada de la propiedad, de más de 1.500 hectáreas, hasta que llegó la Policía. Abueta y Reverón mostraron su identificación de periodistas.
“Ellos son unos amigos míos de Bogotá que vienen a conocer la región”, dijo en su defensa Richard, que ya se había metido en el papel de investigador después de tres horas de viaje por carreteras polvorientas y accidentadas. Al salir del apuro, se dirigieron a la casa de una jefa de acción comunal quien les dijo, en medio del golpeteo de un animado partido de dominó, que debían hablar con un trabajador que llevaba veinte años en la finca de los Dávila. El hombre aseguró que, en efecto, a la finca le habían instalado tuberías para riego en las plantaciones, que de vez en cuando el hijo de Juan Manuel Dávila Jimeno aparecía, pero no sabía ni que su hermana, Ana María, ni su novia, la famosa Valerie Domínguez, tenían tierras por ahí. “A ella solo la he visto por televisión”, dijo.
Así, decidieron quedarse un rato más en Algarrobo, un pueblo al que no pensaban volver nunca más. A las 7 p. m., Richard, el taxista, les dijo que la carretera de regreso podía ser peligrosa más tarde.
¿Cuál había sido la jugarreta del viejo Juan Manuel Dávila Jimeno? La respuesta podía estar en el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), un organismo de la OEA con sede en las instalaciones de la Universidad Nacional de Colombia. Allí se decidía qué proyectos de Agro Ingreso Seguro eran viables. Todos los periodistas de Colombia intentaban entrar a sus instalaciones, pero era casi imposible: éstas tenían fuero diplomático. Sin embargo, Abueta y Reverón fueron con toda la naturalidad del caso a la recepción del IICA y preguntaron por Carlos Manuel Polo.
–¿Es cierto que usted está aquí con ayuda de la familia Vives? –le preguntaron los periodistas después de saludarlo de forma rápida en la recepción del IICA.
–Sí, yo no voy a negar a mis amigos –afirmó Polo, un ingeniero civil especializado en Ciencias Agropecuarias, exalcalde de Santa Marta y exsubgerente de Infraestructura del Incoder. Su papel en el IICA era ser el hombre del Ministerio de Agricultura en el organismo, y había llegado allí por intermedio de la Familia Vives, beneficiaria del programa. El jefe de redacción de la revista Cambio, Óscar Montes, les había dicho a los periodistas que preguntaran por ese nombre.
La jefa de prensa del IICA les dijo que Daniel Montoya, coordinador de Agro Ingreso Seguro en el organismo, los iba a atender en la tarde, sólo por ser de la revista Cambio. A las 3 p. m., regresaron y luego de una charla con las directivas fueron llevados a una habitación con una biblioteca inmensa repleta de libros iguales: fólderes con las letras “A-Z” en el lomo. Montoya alcanzó uno de los volúmenes, lo abrió en la letra “D” de ‘Domínguez’ y los dos periodistas leyeron una hoja titulada ‘Contrato de arrendamiento de predio rural’. Esa hoja de papel amarilla, rasgada en la margen superior, demostraba que Valerie Domínguez había arrendado una porción de la finca de los Dávila por sólo un millón de pesos, y con ese truco la exreina recibió el subsidio de 306 millones de pesos. De igual manera lo hizo su novio, su mamá, su hermana y todos los beneficiarios de Agro Ingreso Seguro. Los periodistas tomaron fotografías a los documentos y regresaron a la redacción de Cambio. Rodrigo Pardo y María Elvira Samper revisaron los detalles y autorizaron la segunda publicación. Con este material, Reverón y Abueta escribieron el artículo Operación Magdalena, que fue portada de la revista. Seis meses después, la Procuraduría y la Fiscalía comienzan a dar los primeros pasos en la búsqueda de los responsables. De esta manera, una investigación periodística trascendió a lo judicial y la revista Cambio descubrió a la reina que tumbó a ‘Uribito’.
Fuente:http://www.kienyke.com/2011/07/20/asi-descubrio-cambio-la-corrupcion-en-agro-ingreso-seguro/2/

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