Para hacerle frente a la adversidad, a los contrarios, al vértigo de los cambios constantes, al descrédito de los medios, sus intereses ocultos, la diversificación del negocio del periodismo y el cierre de periódicos, propongo aquí un método fácil y rápido para ser reportero y no morir en el intento.
- Para ser periodista sí es necesario estudiar periodismo. Andrés Oppenheimer, quien dice que hay que estudiar menos humanidades y más tecnología, trae a colación la acuñada idea que para ejercer este oficio hay que estudiar todo menos comunicación social o periodismo. Si bien somos subsidiarios del derecho a informar y ser informados, llevar a cabo esta labor exige una responsabilidad social. En una consulta con un médico, en el mayor de los casos le creemos, no solo por su bata blanca, sino porque pasó por una universidad, mínimo seis años. Allí lo educaron en el conocimiento del cuerpo humano, la salud, la enfermedad y la cura. Y sobre todo en la responsabilidad social y legal con sus pacientes. Eso mismo se debe enseñar y aprender en las escuelas de periodismo: la idoneidad, que dice que lo aprendido, en métodos, experiencia y ética, hace al reportero un profesional adecuado para informar.
- Y si bien no basta con estudiar periodismo —también es necesario aprender sobre historia, antropología, política, literatura—, la ética sí tiene una función fundamental en el oficio, y sí es necesario hacer un reflexión en la academia sobre la misma. La escuela norteamericana entiende que “el propósito del periodismo es proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para ser libres y capaz de gobernarse así mismos”. Este ideal, planteado por Tom Rosenstiel y Bill Kovach, busca que el periodismo —y los medios— sea un contrapoder dentro de la democracia. En síntesis, un periodismo que busca no solo informar o entretener, sino brindar unos elementos para tomar decisiones frente aquello que nos afecta. El periodismo busca el bien común y la ética es el buen vivir. ¿Qué es periodismo?, se preguntan José Manuel Pérez Tornero y Santiago Tejedor, en el texto Escribir para la red: “Kapuscinski fue certero. Apuntaba el maestro polaco: ‘El trabajo del periodista no consiste en pisar cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo corren a ocultarse’”.
- De ahí que venga a colación los principios de este oficio, trazados por Rosenstiel y Kovach: La primera obligación del periodista es la verdad. Debe lealtad ante todo a los ciudadanos. Su esencia es la disciplina de verificación. Debe mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informa. Debe ejercer un control independiente del poder. Debe ofrecer un foro público para la crítica y el comentario. Debe esforzarse por que el significante sea sugerente y relevante. Las noticias deben ser exhaustivas y proporcionadas y debe respetar la conciencia individual de sus profesionales.
- Sobre esa base, la reportería, es decir la investigación, es la médula del periodismo. Estar en el lugar de los hechos, observar, escuchar, hablar y pensar, define el curso de una nota, y del oficio. Lo que tanto repetía Kapuscinski en los talleres de la fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano, es el método que por antonomasia usan los antropólogos: la etnografía. Aquí recordamos a otro polaco, Bronisław Malinowski, que pese a su trabajo en la colonización británica, afinó el método etnográfico. Este consiste en observar la cultura, el hombre en sociedad (el periodista observa la realidad y habla y pregunta a los implicados en un hecho, los protagonistas de un acontecimiento)y participa en ella (el periodista debe ser testigo excepcional de lo que ocurre) para contrastar lo que la gente dice y hace (Tom Rosenstiel y Bill Kovach nos recuerdan que contrastar la información es uno de los elementos del periodismo).
- En las salas de redacción dicen que los periodistas meten goles. No es que tengamos el complejo de futbolista. Se usa esta descripción para explicar que estamos en un campo donde corremos tras la pelota (la información que alguien quiere ocultar), y gracias a un conjunto de pases (al fotógrafo, al diseñador y en últimas al editor) podemos llegar al área contraria (a la del director del medio), hacer un drible y sacarse el rival (argumentar que la información es veraz, que está contrastada, verificada y que es publicable). Entonces si hay luz verde, o si el técnico jugó su destino con los jugadores (el editor defiende el trabajo, lo publica así haya reticencias del director) tiramos al arco, un chute claro, preciso, imposible de atajar (que es como preparamos esa información, eficaz, sea una noticia, una crónica, un reportaje) y finalmente metemos ese gol. Un gol que anotamos para la audiencia, con el que ganamos un partido de los muchos que se tienen que librar, ganar y perder, en las salas de redacción, en el periodismo.
- De cómo resistir la presión y conjurar la autocensura. Callar, no decir lo que hay que decir, no plantear las controversias en los consejos de redacción, es un virus que se esparce en todos los medios. Si elegimos este oficio hay que cargar la medicina en el bolsillo: que es leer, argumentar, ser oportuno e insistir, persistir y no desistir. La información es un bien público y el periodismo se debe a aquellos quienes informa. Es un lugar común pero hay que repetirlo: en las salas de redacción, en la confrontación con los editores, o se cansan ellos o ellos se cansan de nosotros.
- La red es amplia no un dios. Es cierto que internet creó un nuevo lenguaje, nuevos significados, otras maneras de narrar, hipermediales, hipertextuales. Pero no debemos olvidar que el periodismo que se hace en la web es, ante todo, periodismo. “Los ciberperiodistas son, por encima de todo, periodistas”, dice José Manuel Pérez Tornero y Santiago Tejedor. El ciberperiodismo sorprende por sus fuegos de artificios, por sus formas, pero en el afán por imitar la inmediatez y los formatos de la televisión y la radio, internet construye una biblioteca de babel de la información fútil.
*Jorge Iván Posada es periodista de la Universidad de Antioquia, profesor de la Universidad Javeriana. Actualmente trabaja en el Centro Nacional de Memoria Histórica en Colombia. Ha trabajado como editor de El Colombiano, en Contravía, El Mundo, entre otros medios de comunicación.
FUENTE: http://directobogota.co/metodo-facil-y-rapido-para-ser-periodista-y-no-morir-en-el-intento/