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A propósito del Círculo de Periodistas de Valledupar, una reflexión sobre la publicidad

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Con satisfacción, la Federación Colombiana de Periodistas, FECOLPER, ha visto el convenio sobre publicidad suscrito por el Círculo de Periodistas de Valledupar, CPV, y la Gobernación del Cesar, nacido al calor de la última entrega de los premios Sirena Vallenata.

De esta manera, nuestra organización afiliada se convirtió en intermediaria para que reciban publicidad los colegas que no reúnen las condiciones exigidas para contratar con el Estado, se garantice transparencia en la distribución de la pauta, y se fortalezca económicamente, más allá de las esquivas cuotas de sus afiliados.

Con el convenio, los colegas del CPV inician un camino transitado por varias de nuestras organizaciones, en la búsqueda de una solución a las dificultades que significa la negociación de la pauta publicitaria con el Estado.

La EAT Periodistas de Bolívar, por ejemplo, proporciona salud a todos sus afiliados y familiares, mediante un acuerdo de este tipo. O Coopercom, de Barranquilla, distribuye la publicidad de las campañas que en materia de educación, salud, o cultura ciudadana requiere la Alcaldía, permitiendo que muchos colegas accedan a una publicidad que le sería negada mediante un mecanismo diferente.

Estos acuerdos son una manera de romper el pernicioso círculo de presiones entre informadores y muchas gobernaciones y alcaldías, nacido cuando desaparecieron los salarios en radio y televisión, y comenzamos a pagar arriendo para realizar los espacios informativos.

Bajo ese rentable sistema de desregularización laboral aplicado por los empresarios de los medios, surgió la lógica del doble chantaje, donde el mandatario de turno espera comprar la independencia del periodista con el “favor” de la publicidad, o el colega ataca al mandatario de turno para garantizar una publicidad negada, generalmente por razones políticas.
El propósito central de los convenios, es poner una prudente y sana distancia entre el periodista y el funcionario del Estado –que generalmente es su fuente- para que, mediante la gestión de la organización de periodistas, la publicidad sea distribuida con criterios lo más técnicos posibles.

Y enfatizo en “los más técnicos posibles”, pues la organización de periodistas, generalmente carece del suficiente nivel de autonomía para determinar exactamente a quién se le dará esa publicidad. Está en condiciones de sugerir y, en ese momento, poder ampliar el abanico de distribución, pero no siempre es posible.

En ocasiones, por A, B, o C motivos, los mandatarios le niegan la publicidad a un medio o a un colega. Ese es un momento difícil para la organización intermediaria, porque corre el riesgo de pagar el costo político de una decisión que no es propia. Y este, justamente, es el Talón de Aquiles de estos acuerdos.

Sin embargo, un balance entre costos y beneficios, hace que en FECOLPER le apostemos a estos convenios que, en la práctica, son negociaciones colectivas de publicidad, por sobre las negociaciones individuales que se prestan para inconvenientes acuerdos clandestinos.

Quienes pierden en este contexto de acuerdo, generalmente colegas que han disfrutado privilegiados contratos con anteriores administraciones, argumentan que la organización pierde la autonomía informativa.

Extraño argumento, pues quienes informan son los periodistas a través de sus espacios o medios de comunicación. Y, justamente, lo que garantizan los convenios es que el informador se preocupe exclusivamente de cubrir e informar -independientemente de su postura frente a la administración-, pues su responsabilidad contractual es con la organización de periodistas y no con la administración.

De esta manera, la organización se fortalece con el rol de intermediaria, el reportero adquiere independencia, y gana el ciudadano, porque mejora la calidad de la información local.

Eduardo Márquez G.

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